viernes, 5 de julio de 2013

Siniestro

Por fin descuelgan el teléfono.

-Mutua Martileña ¿Dígame?

-Hola,  buenos días, quisiera comunicar un siniestro.

-Claro, ¿tiene usted vehículo asegurado con la compañía, supongo?

-Si, dos.

-Muy bien, dígame qué vehículo es el siniestrado.

-Mmmmmm, los dos.

-¿Disculpe?

- Sí, me he atropellado con mi coche cuando estaba subido en mi moto....

 Esta es la supuesta conversación que debí haber tenido ese día. Pero comprenderán que nunca realicé esta llamada y mucho menos permití a la aseguradora que se riera en mi oreja por semejante accidente.
 Las cosas fueron más o menos como cuento a continuación. 

 La prisas, siempre las prisas. Eso es lo que estaba pensando cuando llegaba al taller en el coche para dejar un encargo a mi hermano e irme pitando hacia una reunión que tenía en el colegio con el tutor de mi hijo. 
Rápidamente aparqué el coche detrás de la moto en aquel pequeño escalón con leve pendiente que siempre lo dejaba, cogí la bolsa que tenía en el asiento del copiloto y salí corriendo para dejarla en la oficina. 

  En ese momento los acontecimientos se precipitan...

  Cuando saltaba el pequeño tablón que teníamos en la puerta para que no se escapara el perro, alcé la mirada con cara de "dios llegó tarde" y vi su mirada:

-¡¡Dani, el freno de mano!!

  El coche lentamente se dirigía hacia la moto aparcada justo delante.
  Como sí de una prueba de reflejos se tratara, giré sobre mis talones y salté nuevamente el tablón mientras rebuscaba en el bolsillo la llave de la moto.
¡Bien, la tengo, la libro del golpe seguro!
  Igualito que el Curro Romero entrando a matar, ensarto la llave en el bombín a la primera, me monto encima de la moto, arranco, embrague, primera y gasssss...

  Veinte centímetros de giro es lo que tardó en chocar con la horquilla el candado que tenía en el disco de freno delantero.
  Mi inclinación para salir corriendo más el cuarto de tonelada de la moto, igual a caída estúpida de la moto conmigo en lo alto.
  Acto seguido el coche se abalanzaba sobre moto y piloto, aplastando la rueda trasera y cargándose el faldón del coche.
  Mi hermano tras el tablón muerto de la risa y la moto con la maneta de embrague y espejo rotos más el estribo junto con el pedal del cambio.

Suena el teléfono mientras estoy tirado en el suelo de la calle. 
El tutor llamando.

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